miércoles, 6 de abril de 2011

Sobre el descaro y la poca originalidad de la mercadotécnia televisiva, o de esos comerciales que nos hacen soltar un sonoro Chale.

¿Ustedes son de los que suelen ver de manera regular la televisión abierta? Salvo sus honrosas excepciones, la mayoría de los programas que suelen trasmitirse en los canales de televisión abierta son simple y llanamente porquerías.
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Hay muchas veces en que lo mejor que uno puede ver son los comerciales. Muchos de ellos denotan humor, ingenio y una picaresca digna de José Joaquín Fernández de Lizardi. Otros son el colmo del descaro y el cinismo, como por ejemplo los comerciales de los ya famosos “productos milagro” que tiene de milagrosos lo que yo tengo de finlandes. Y otros sirven para que nos pongamos a reflexionar de nuestro desarrollo como sociedad y nación.
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¿Han visto el comercial más reciente del Grupo Pepsico para promocionar su versión de las aguas negras del Imperio? ¿No? Pues aquí está, en vivo y a todo color.
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Por el amor de Lucifer ¿Alguien me puede explicar que chingados fue lo que acabo de ver? (No se molesten, es una pregunta retórica) Lo único que puedo ver aquí es a Cuauhtémoc Blanco actuando como el embajador de todos los pocofinos del país. Que puto horror. Y encima algún cabrón tuvo la osadía o la pendejez suficiente para subir este comercial a Youtube. No me jodan. No nos jodan. No faltará el caso de algún extranjero que realmente crea que todos los mexicanos, más allá del jocoso porcentaje que el video menciona, son unos trogloditas que no pueden pronunciar bien ni el nombre de una marca. Y ahí están los mexicanos patrioteros quejándose cuando pendejetes como los de Top Gear (que dicho sea de paso son el equivalente británico a Esteban Arce, por lo que sus compatriotas no los toman más en serio que a un vagabundo ebrio) hacen chistes xenófobos, pero ahí estamos dándoles material para que se sigan burlando.
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¿Y qué me dicen de este otro comercial?
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Ya sé que este comercial es viejo, pero me ha tocado ver que aún se sigue trasmitiendo. Al principio lo ignoramos sin más. Pero aquí queda grabado para la posteridad una de las más comunes, pero no por eso menos dañina, formas de pensar del mexicano típico.
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Me explico. Lo que vemos en la mayor parte del comercial es a un montón de automóviles sobre una avenida completamente detenidos. Vemos gente frustrada porque no podrán llegar a sus compromisos. Algunos ya resignados por qué no llegarán a tiempo a donde tenían que llegar. Algunos ya incluso toman el asunto con naturalidad. Hay unas chicas bien sabrosas lavando una camioneta. Un sujeto rasurándose, niños intentando desaburrirse. Vemos incluso que el duopolio de las comunicaciones ya está dando cobertura al embotellamiento, que se ha multiplicado por toda la Ciudad de México. ¿Y qué es lo que ocasiona este problema? No es ni un accidente catastrófico, ni una colisión fenomenal de trailers, ni Optimus Prime y Megatron dándose un quiebre, Ni siquiera las Chicas Super Poderosas peleando contra un monstruo gigante. Lo que ha ocasionado todo el problema son dos cabrones, que cada uno en su Ford Lobo 2009, son incapaces de darse el paso.
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Y el egoísmo que parece que caracteriza a la mayor parte de la Raza de Bronce se hace presente hasta en los comerciales. Esa incapacidad de los mexinacos de ceder tan siquiera un poco para permitir a alguien más un derecho. Aquí se hace más que evidente esa forma de pensar pendeja e incivilizada. Al mexicano egoísta le vale madres cuantas personas puedan salir perjudicadas con su actitud egoísta, solo le importa demostrar (aunque ni demuestra nada que no sea mala educación) que es el más chingón.
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También vemos como el resto de la gente que se quedo paralizada en el embotellamiento no es capaz de reclamar, o de dialogar con los cabrones de las Ford Lobo para que se dejen de mamadas. Capaz que con semejantes trocas han de ser narcos y mejor ni les dicen nada para no acabar como quesos gruyere con rico relleno de plomo.
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Pero así como hay comerciales en los que solo muestran los defectos de los mexinacos, hay otros comerciales en los que se tiene un enfoque muy optimista, os trasmiten un mensaje muy bonito y poético, digno de un libro de superación personal, y después, todo se va al mismísimo demonio cuando pretenden venderte una pendejada que no tiene ni un puto carajo que ver con todo el mensaje anterior.
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Ahí les va un ejemplo.
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Todo se ve bien bonito. Nos dicen que el optimismo nos permite resolver los problemas que se nos presentan, que el decir “si” nos abre las puertas, que podemos cambiar el mundo, y al final, nos pretenden vender un pinche bote de pintura COMEX. Puta madre, seguro vamos a cambiar al puto mundo pintando nuestra casa o impermeabilizando el techo.
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¿O qué me dicen de este comercial? Este lo pasan a cada rato en el puto cine. No es suficiente con que en la tele nos inunden con comerciales por todos los frentes. Cuando vamos a ver una película luego de pagar 40 pesos por un boleto, la primera media hora es de puros comerciales, luego 10 minutos de adelantos de películas y después comienza la película. Como diría Homero Simpson, no puedo creer que paguemos por ver algo que es gratis en televisión (y encima de todo, que ni es gracioso, ingenioso o revolucionario).
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Ahí les va el comercial:

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Una vez más, el mensaje es bueno. Es el mensaje que la izquierda principiante pregona, predica y practica desde siempre, Ver las cosas buenas en el mundo y cuidarlas, protegerlas, multiplicarlas. Confiar en el trabajo duro, ser responsable. Unirnos todos ya no como miembros de una nación sino como seres humanos para hacer un mundo mejor. Quizá, si leyéramos mucho entre líneas esa frase de “despertar a la vida”, abrirnos al conocimiento, en lugar de huir de él como si fuera lepra, aprender en cabeza ajena, compartir y multiplicar el conocimiento. Valorar los conocimientos que valen la pena y desechar las supercherías y timos que se nos venden como meras catarsis. Y todo este buen rollo se va derechito a chingar a Lucifer cuando nos dicen que para “despertar a la vida” necesitas tu tacita de Nescafé. Y no del café de grano que es el bueno (o se supone que es el bueno porque a mí me sabe a cabello quemado), sino del pinche café soluble que sabe a agua de calcetín.
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¿Estoy diciendo que el mensaje positivo de estos comerciales debe ser ignorado? ¡Pero por supuesto que no! Si bien son mensajes un tanto inocentes, son el preámbulo para que alguna persona inconforme pueda canalizar sabiamente esa energía en propuestas útiles. Pero es una verdadera putada que usen esas ideas para lucrar. Es como para que todos los idealistas del pasado escupan bilis mientras se retuercen dolorosamente de ira y frustración en sus tumbas. Ojalá que estas empresas realmente crean en lo que sus anuncios pregonan, aunque es algo que puede ponerse en duda viendo como el inhumano neoliberalismo avanza intempestivo en el tercer mundo.
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Así que el consejo para esta entrada es: Manténganse siempre críticos, hagan que su cerebro trabaje para que pueda distinguir que vale la pena y que no merece mayor atención, e inculquen eso a la chaviza. Recuerden que para los niños los que salen en televisión son los chingones, y ellos quieren ser chingones. Enséñenles a ser escépticos, a ser críticos, para que no sean como el 38.88888% de los mexicanos que dicen PECSI en lugar de PEPSI, o que no ceden el paso porque se sienten bien chingones en sus Ford Lobo. Que puedan despertar a la vida sin su agua de calcetín Nescafé, Y que vean soluciones ilimitadas fuera de un bote de pintura.
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Sir David von Templo, Cambio y Fuera.

2 comentarios:

Maik Civeira dijo...

Jajajaja, qué divertido. Qué buenos comentarios.

Alexander Strauffon dijo...

El video de Pepsi, cuando me lo pasaron, lo comparti en FB. Mas no escribi ningun post porque me dio demasiado coraje. Se me habrian hecho jirones las tripas si hubiera empezado a escribir.

Vaya que vivimos en un pais donde si ponen caca en la tele, le aplaudimos. Y si nos la venden con bonita envoltura, nos la comemos.